En cinco años desaparecieron barridas por lo mapuches o abandonadas por los españoles, las siete ciudades situadas al sur del Bio Bio: Santa Cruz de Oñez, Arauco, Angol, La Imperial, Valdivia, Osorno y Villarrica.
En 1641, alcanzando la edad de 60 años, dio poder a su esposa para testar, la nombró su heredera universal y que después de sus días, pasaran sus bienes a la comunidad agustina, con la condición El capitán don Gil de Vilches y Aragón se le considera el primer español asentado con toda propiedad en las tierras de Talcamo, posteriormente llamada Talca.
Se podría considerar este hecho como el primer intento de fundación.
Los estancieros de Cauquenes, Purapel, Loncomilla y Putagán, Rauquén, Huenchullami, Vichuquén, iban allí a sus prácticas religiosas.
Este formó el centro de desarrollo y político del partido del Maule, donde las milicias y el buen gobierno se reunían allí.
Observó su estado próspero, sus calles bien delineadas, aunque de casas pobres, pues los hacendados no habían hecho las suyas.
Esta actitud movió al Gobernador Manso a dictar en Talca, el 12 de octubre de 1743, un bando por el cual se aplicaban serias multas a los que no se avecindasen.
Este documento fue entregado al Cabildo y conservado rigurosamente por él.
Decían que los vecinos tendrían el libre comercio de sus bienes.
Los que establecieran pulperías no pagarían derecho real por diez años.
Estas disposiciones dejaron contento al vecindario que veían sus fueros resguardados y sin las cargas de la guerra.
Su número alcanza a ochenta y nueve, incluyendo a todos, ya fueran nobles o plebeyos, hacendados o maestros en artes menores, hasta el indio de oficio de verdugo, Juan.
Ante tan buen resultado, pensó Manso de Velasco en darle un Cabildo propio, en virtud de las facultades que les conferían las reales cédulas, determinación que atraería más a los vecinos acomodados y los obligaría a radicarse en la naciente villa, donde los honores y prerrogativas los podían elevar “ al estado noble” preocupación constante de esa época.
En el mismo informe agrega, que la ciudad tiene cuatro puentes, dos iglesias y el edificio de la cárcel en construcción, pues sus murallas están en estado de terminarse.
En un principio trató de cobrarles arriendo por las tierras ocupadas y al resistirse los pobladores los atacó.
La actitud del Cabildo puso fin a estas actividades de la Orden.
La Orden fue muy bien recibida y su primer superior, fray José Guzmán.
Doña Francisca González Bruna, viuda del maestre de Campo don Agustín de Molina y Narveja, fue también una gran devota de la orden, en cuyo seno profesó su hijo Juan Ignacio Molina, el más tarde célebre naturalista e historiador.
El genovés ayudó con 500 pesos para los gastos y con trabajo de arquitectura a los jesuitas.
Los hijos de sus protectores, Juan , Vicente, Juan Manuel, Anselmo e Isidoro Cruz y Bahamonde, fueron sus primeros alumnos, y también estudiaron en él los hermanos José Antonio y Juan Ignacio Molina, el más tarde célebre naturalista e historiador.
Todos estos jóvenes recibieron lecciones, desde la edad de siete años.
Este establecimiento estaba funcionando desde años atrás, pues don Ambrosio O’Higgins, que visitó Talca en ese año, dice que en él se enseñaban las primeras letras y latinidad, a donde concurren los jóvenes.