Iniciadas las obras en 1608, en 1610 se terminó el proyecto principal del Acqua Paola, al cual se añadieron algunos conductos secundarios que permitirían al agua alcanzar, entre otros, el Vaticano y alimentar algunas fuentes proyectadas o renovadas para la ocasión.
El nuevo acueducto proporcionaba, además, la ocasión para demoler y reconstruir de manera más moderna la fuente preexistente.
Sin embargo, no se modificó la posición original, que era algunos metros más al sudeste de la actual.
Desde 1657 Gian Lorenzo Bernini empezó a ocuparse del diseño definitivo de la plaza.
Si no se podía colocar en el centro de la plaza, ya ocupado por el obelisco que el papa Sixto V había hecho erigir en 1586, solo se podía poner en un lado, pero en este caso la simetría exigía que hubiera otra igual en el lado opuesto.