[1] Este tipo de incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debidos normalmente a fallos en la identificación del objetivo.
Por lo general, las bajas propias por fuego amigo se producen frecuentemente en acciones aire-tierra o tierra-aire, al ser la coordinación del espacio aéreo una de las cuestiones más complicadas en una acción bélica.
La Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto en que el fuego amigo se convirtió en un problema preocupante.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se continuó el uso de las tarjetas,[3] diagramas de identificación[4] y modelos de resina para identificar aviones[5] y se comenzó a dotar a los aviones con dispositivos electrónicos llamados IFF (Identification Friend or Foe), o «identificación amigo o enemigo», los cuales consistían en un transmisor instalado en los aviones que enviaba una señal codificada, que en teoría era reconocida por un receptor empleado por las fuerzas amigas o aliadas.
Dicho dispositivo ha sido perfeccionado a través de los años, aunque no ha podido evitar al 100 % los incidentes de fuego amigo terrestre contra aeronaves del mismo bando.