Entre ellos se cuentan Nancy Cárdenas y Luis González de Alba.
Cárdenas inició reuniones formales que buscaban concientizar a otras personas sobre la relevancia de la diversidad sexual en la esfera pública.
[5] Organizaciones como Grupo Lambda reflexionarían que la lucha liberacionista estuvo presente "aunque no se atreviera a decir su nombre ni mucho menos a concretarse como una causa específica", indicando como prueba de ello la pertenencia al FLH de algunos líderes e integrantes del movimiento de 1968.
Dicho espacio funcionó de manera secreta dada la situación represiva a los movimientos sociales que se vivía bajo el gobierno de Luis Echeverría.
[7] Igualmente realizaron reuniones privadas con intelectuales, periodistas y médicos para convencerles que la homosexualidad no era un delito o una enfermedad.