Y, finalmente, el rey Carlos IV lo eligió como Obispo de Barbastro.
Hizo su entrada pública en Barbastro el 17 de octubre del mismo año.
En la iglesia catedral, redujo el número de canónigos a trece, incluidos el deanato y la dignidad del Santo Oficio.
Para dotar los nuevos beneficios, suprimió la dignidad de chantre y los oficios de arcipreste y sacristán mayor, que no tenían obligación de residir en la iglesia y hacía tiempo que se hallaban vacantes.
También creó nuevos estatutos, que merecieron la aprobación del rey.