Franz Jägerstätter

Fue declarado beato por la Iglesia católica durante el pontificado de Benedicto XVI.

Su padre natural murió en la Primera Guerra Mundial, y Franz fue adoptado por el nuevo esposo de su madre, Heinrich Jägerstätter.

En su pueblo, Jägerstätter se ganó la reputación de iracundo, y en 1933, tuvo una hija sin casarse: Hildegard Auer.

Dejó a su mujer con tres hijas, la menor de ellas con solo seis años cuando fue ejecutado.

En junio del 2007, el papa Benedicto XVI autorizó su beatificación,[2]​ la que tuvo lugar en Linz.