Franz Halder

Ese verano, Halder se enfrentó a una larga y divisiva disputa con Hitler sobre estrategia.Los elogios que recibió contrastaban marcadamente con la realidad de su carrera militar y las atrocidades cometidas en el Frente Oriental.Para 1915 formaba parte del Estado Mayor de la 6.ª División Bávara, siendo ascendido a capitán poco después.[2]​ Halder era un típico oficial prusiano, monárquico y devoto cristiano, era otro de los generales alemanes que no sentían un especial aprecio por los nazis.Por dicha razón, al enterarse de su nombramiento, sopesó rechazarlo creía que dicho puesto debería ocuparlo alguien más afín a los nazis como Erich von Manstein, pero Walter von Brauchitsch —el comandante en jefe del Ejército (Oberkommando des Heeres u OKH)— que había tenido problemas con Manstein en el pasado, lo convenció para que aceptara.[4]​ Sin embargo, los principales líderes militares alemanes, no compartían la confianza de Hitler en una sencilla operación militar contra Checoslovaquia, creían que las potencias occidentales (Inglaterra y Francia) no se quedarían con los brazos cruzados, como habían hecho en Austria.Seis días más tarde entregó su puesto a su antiguo ayudante Frank Halder, al recordar como solo unos meses antes había rechazado las súplicas de Halder de alzarse contra Hitler, le confesó: «Ahora comprendo que tenía usted razón».Una vez que se tuviera la confirmación del ataque, el general Walther von Brauchitsch, comandante del Distrito Militar de Berlín, arrestaría a Hitler, se nombraría un gobierno provisional dirigido por Beck, y Hitler sería juzgado por traición a la patria.[5]​ Cuando todo estaba listo para entrar en acción, el plan de los conspiradores fracasó, debido principalmente a que Neville Chamberlain, primer ministro británico, había aceptado reunirse con Hitler, según recordó Halder posteriormente en sus memorias «Llegó la noticia de que el primer ministro había accedido a mantener nuevas conversaciones con Hitler; por lo tanto suspendí la orden de ejecución porque toda la base para la acción había desaparecido».Las SS estaban comenzando su campaña para «limpiar la casa» de judíos, la intelectualidad, el clero católico y la aristocracia en Polonia.[9]​ Como consecuencia, Halder y Brauchitsch discutieron el derrocamiento de Hitler porque temían que la invasión estuviera condenada al fracaso.Este tipo de cosas transforma al alemán en un ser que solo había existido en la propaganda enemiga».Halder escribió descaradamente en su diario el 3 de julio que la guerra ya estaba ganada.[36]​ Para entonces, miles de civiles soviéticos y prisioneros indefensos en la Rusia ya ocupada estaban siendo asesinados todos los días.Halder escribió en su diario que no había más fuerzas y podría ser necesario una retirada.[45]​ En la primavera de 1942, Halder, junto con el alto mando alemán, comenzó a planificar una nueva ofensiva ambiciosa en la Unión Soviética.La ofensiva comenzó el 28 de junio de 1942 y al principio pareció ir según lo previsto; Friedrich Paulus atravesó una posición defensiva tras otra con relativa facilidad y Fedor von Bock escribió: «No quedaba nada: el enemigo no ha logrado organizar una nueva defensa en ninguna parte».[49]​ El ejército soviético había adoptado una nueva estrategia conocida como «defensa elástica» que era muy poco característica de enfrentamientos anteriores y dejó al ejército alemán acercándose a un enemigo que ya se había ido.En una ocasión, dijo que Halder había pasado toda la Primera Guerra Mundial en una oficina «sentado en el mismo taburete giratorio».Estaba en una compañía «especial» que incluía a otros prisioneros importantes como el ex primer ministro francés Léon Blum y al excanciller austriaco Kurt Schuschnigg.[59]​ Las «órdenes criminales» redactadas por Halder documentan su solidaridad con las políticas antisemitas y racistas de Hitler.Su objetivo primordial era presentar a las fuerzas armadas alemanas como apolíticas y en gran parte inocentes de los crímenes cometidos por el régimen nazi.[65]​ El documento fue escrito por sugerencia del general estadounidense William J. Donovan, quien más tarde fundó la CIA, y veía a la Unión Soviética como una amenaza global para la paz mundial.Creía que Estados Unidos debería hacer todo lo posible para asegurar a Alemania como un aliado militar contra la Unión Soviética en la creciente Guerra Fría.[71]​ Su objetivo era exonerar al personal del ejército alemán de las atrocidades que habían cometido.[72]​ Halder había entrenado a los ex oficiales nazis bajo su mando sobre cómo hacer desaparecer la evidencia incriminatoria.[81]​ Los historiadores Ronald Smelser y Edward J. Davies escribieron en su libro de 2008 The Myth of the Eastern Front: the Nazi-Soviet war in American popular culture que «Franz Halder encarna mejor que cualquier otro alto oficial alemán la diferencia dramática entre el mito y la realidad tal como surgió después de la Segunda Guerra Mundial».El contralmirante Walter Ansel, que había trabajado con Halder mientras investigaba la Operación León Marino, la planeada invasión de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, recomendó que se convirtiera en socio del Instituto Naval de los Estados Unidos.Este premio fue otorgado por el mayor general Edgar C. Doleman en nombre del presidente John F. Kennedy.Los elogios que recibió contrastaron con la realidad de su carrera militar real, en particular, las atrocidades cometidas en el frente oriental.
El general Halder, descendiendo del avión en el aeropuerto de Malmi al comienzo de su visita a Finlandia en 1941.
Halder (izquierda) con Walther von Brauchitsch durante la invasión alemana de Polonia en 1939
Franz Halder (derecha) junto a Hitler, 1940
Placa conmemorativa en el hotel "Pragser Wildsee" por la liberación de los prisioneros de las SS, entre los que se encontraba Franz Halder, en mayo de 1945
El Generaloberst Franz Halder en 1948 testificando en el « Juicio del Alto Mando »