Francisco Ruiz Castellano

[5]​ Tras el ajusticiamiento de los regicidas frustrados Juan Oliva[5]​ y Francisco Otero González,[5]​ tuvo que ocuparse de otro caso muy mediático en su época: la condena a muerte de ocho militantes anarquistas por asesinato e indirectamente por su pertenencia a una inexistente organización secreta:[7]​ la Mano Negra.

Se designó ejecutor principal a Francisco Ruiz por su veteranía asistiéndole los otros dos.

Los verdugos abandonaron el lugar de la ejecución revólver en mano por miedo a la multitud.

[9]​ Profesionalmente quiso ser conocido como el perfeccionador del garrote,[10]​ pero en su vida personal tuvo problemas familiares, con la ley y con delincuentes.

[14]​ Meses después se le formó Consejo de Guerra por desacato y resistencia a la Guardia Civil.