Tras trabajar durante 3 años en su pueblo natal dando clases en un colegio, en 1932 fue destinado por los superiores de su orden a Argentina.
Paralelamente desarrolla su labor como compositor musical estrenando numerosas obras en Buenos Aires.
Sigue componiendo y estrenando obras musicales tanto en Estados Unidos y Argentina, como en España, donde comienza a tener cierto reconocimiento a finales de la década de 1950.
En Oñate, su localidad natal, existe una calle que honra su memoria.
Sus dos composiciones más conocidas son la obra coral Aita Gurea (Padre Nuestro), compuesta en Argentina en 1946 y el Agur Maria (Ave María).