Pronto ascendió a jefe de redacción y ocupó ese puesto hasta su muerte.
Fue contemporáneo de Mario Monteforte Toledo, Manuel Galich y Carlos Samayoa Chinchilla, con quienes formó parte de la generación del 30 o grupo Los Tepeus y escribió una poesía que trasciende por su universalidad y —en el caso de sus relatos— por su aporte al criollismo.
[3] Como narrador, Méndez es considerado criollista, por sus descripciones de sabor local, por el habla cotidiana y el enfoque de denuncia social que distingue a los miembros del grupo Tepeus.
Su obra, sin embargo, va más allá de lo regional y trasciende hacia el realismo mágico.
Escribió alejado del exotismo del lenguaje, lo mismo que hicieron los de su generación, quienes mantuvieron una postura contraria al refinamiento de los modernistas.