Fractura ósea

Una fractura produce una ruptura parcial o completa en la continuidad del hueso.

[1]​ Pueden ser el resultado de un golpe, fuerza o tracción de gran fuerza, o una lesión por traumatismos mínimos como consecuencia de ciertos trastornos que debilitan los huesos, como la osteoporosis, la osteopenia, la enfermedad celíaca no diagnosticada, el cáncer óseo o la osteogénesis imperfecta, en cuyo caso se denomina fractura patológica.

Se pueden clasificar según su etiología en "patológicas", "traumáticas", "por fatiga de marcha o estrés" y "obstétricas".

Con respecto a la forma, la estructura tubular hueca de los huesos largos  distribuye mejor las fuerzas de flexión y torsión que si fuera una estructura cilíndrica sólida, multiplicando su resistencia x 5’3 veces.

Los nuevos vasos sanguíneos llevan fagocitos a la zona, que eliminan gradualmente el material no viable.

Los vasos sanguíneos también traen fibroblastos a sus paredes, que se multiplican y producen fibras de colágeno.

Por término medio, el callo óseo en curación está lo suficientemente mineralizado como para aparecer en las radiografías al cabo de 6 semanas en los adultos y menos en los niños.

Varios factores pueden ayudar o dificultar el proceso de curación del hueso.

Peroné derecho con fracturas perimortem
Animación 3D de fractura por traumatismo directo
Etapas en la reparación de fracturas: La curación de una fractura ósea sigue una serie de pasos progresivos: (a) Se forma un hematoma de fractura. (b) Se forman callos internos y externos. (c) El cartílago de los callos es sustituido por hueso trabecular. (d) Se produce la remodelación.