Los contratos son una parte determinante de la vida y una persona es confiable cuando se adhiere a ellos.
[5] En culturas particularistas, como las latinas, africanas y asiáticas, los juicios se enfocan en la naturaleza excepcional de las circunstancias.
[7] El uso del “yo” es bastante común, las personas realizan sus logros solos y asumen responsabilidades personalmente por lo que se es libre de cometer errores.
[7] La supervisión es orientada al grupo, y ésta es, en este sentido, influenciada por los logros de un individuo.
[7] En culturas emocionalmente afectivas, como la de Polonia, Italia, Francia y España, las personas muestran sus emociones sin ambages, sonriendo, riendo, haciendo muecas o frunciendo el ceño, dejando a sus emociones influenciar sus decisiones, por lo menos parcialmente.
[5] En culturas difusas, como Argentina, España, Rusia, India y la mayoría del este asiático, se tiene una perspectiva más holística, la vida privada y cada nivel de esta tienden a impregnar todos los otros aspectos.
[7] En culturas orientadas a la adscripción, como la de Taiwán, Francia, Italia y Japón, el estatus de las personas es atribuido por cosas como parentesco, género, riqueza, edad, conexiones interpersonales o récord estudiantil.
En otras sociedades se puede impresionar más a las personas con logros pasados que con los actuales.
[7] Como se entiende las relaciones entre las personas y su ambiente natural En culturas de control interno, las personas ven a la naturaleza como un mecanismo complejo e inmenso que puede ser controlado si se tiene la experiencia necesaria.
Entonces, la gente debe adaptarse a las circunstancias externas y tiene que trabajar en conjunto con su hábitat para alcanzar el éxito.