Florestán Aguilar
Regresó a España y comenzó su carrera profesional en Cádiz, para posteriormente establecerse en Madrid en 1890.En esta ciudad se convirtió en ayudante del odontólogo estadounidense Harry Highlands, quien era el dentista de la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.[3] Tras su nombramiento en 1921 como director de la Escuela de Odontología, fue criticado por otros odontólogos por el control que desplegaba sobre las sociedades científicas, numerosas clínicas dentales y la influencia que ejercía desde la revista La Odontología, que había fundado en 1892.Rivalizó en esta época con el estomatólogo Bernardino Landete Aragó, quien le acusó de haber abandonado su actividad de cátedra desde la revista La Odontología Clínica, vinculada a Landete.[3] No pudo leerlo por sí mismo, ya que padecía ceguera.