Florencio Muñiz Uribe

La reforma del paseo, en la cual participaban también el artista Antonio Suárez (Gijón, 1923), y el mármol de desecho (“cacharros”) que fue cedido por el empresario Belarmino Cabal, se basaba en un diseño consistente en setenta y dos zonas rectangulares blancas, realizadas con losetas.

Este primer proyecto quedó desierto, por lo que se procedió a redactar un nuevo plan en el que se sustituyen las losetas por pavimento portugués.

Ya entrado en año 1966, el Ayuntamiento decide mejorar la superficie blanca de mármol, encomendando, por mediación del arquitecto municipal, al pintor asturiano, fallecido en 2013, Antonio Suárez, una decoración del pavimento[2]​ El artista realizó los bocetos sobre papel de estraza los cuales debían utilizarse como modelo para decorar los setenta y dos rectángulos diseñados por Muñiz Uribe.

[4]​ En este proyecto colaboraron con Sánchez del Río los arquitectos Fernando Cavanilles, Joaquín Suárez y Florencio Muñiz-Uribe.

Fue Florencio Muñiz Uribe quien realizó posteriormente la reforma del Carlos Tartière en 1982 con vistas al Mundial de fútbol.