Permite el crecimiento del insecto inmaduro (ninfa o larva), que aumenta de tamaño en cada estadio.
[1][6] El proceso empieza cuando las células epidérmicas comienzan a dividirse rápidamente y se acumulan en forma columnar.
La nueva exocutícula se endurece y toma un color más oscuro o intenso, lo cual puede llevar varias horas.
Hay esfínteres que regulan el paso del alimento y los líquidos de una región a otra.
El estomodeo y el proctodeo son invaginaciones del epitelio externo que está cubierto por la cutícula.
[1] Esta membrana posiblemente evita que los patógenos presentes en la comida se pongan en contacto con el epitelio y contaminen al insecto.
[13] Solo después que las moléculas se han reducido en tamaño puede tener lugar la absorción de éstas.
En tales casos contiene sustancias de olor o sabor desagradable que repelen a los atacantes.
[13] La hemolinfa contiene moléculas, iones y células[13] que sirven para regular los intercambios químicos entre los tejidos.
La hemolinfa circula por ondas de contracciones peristálticas que se originan en el extremo posterior del cuerpo y avanzan hacia la cabeza.
[6] La circulación de la hemolinfa es particularmente importante para la termorregulación en los órdenes Odonata, Lepidoptera, Hymenoptera y Diptera.
En éstos la tráquea se separa en forma periférica cubriendo la mayor parte del cuerpo lo que resulta en un intercambio cutáneo de gases.
[11] Los músculos están insertados en la pared corporal con fibras que llegan a la cutícula y epicutícula.
Este se invagina y hace contacto con las traqueolas que llevan oxígeno a la fibra muscular.
Puede estar dispuesto en láminas o en cilindros de miofibrillas contráctiles a todo lo largo del músculo.
Los insectos tienen varios órganos que producen hormonas para el control de la reproducción, metamorfosis y mudas.
El cerebro tiene tres lóbulos: La cadena nerviosa ventral se extiende desde el ganglio subesofágico hasta el extremo posterior del cuerpo.
[6] Una capa de tejido conectivo llamada neurilema cubre al cerebro, los ganglios, nervios periféricos principales y la cadena nerviosa ventral.
El sistema simpático terminal cuando existe inerva el proctodeo o parte final del aparato digestivo y los órganos reproductores.
[6] Los sentidos mecánicos dan al insecto información que les sirve para su orientación, movimientos, vuelo, reproducción y alimentación.
Están constituidos de órganos sensibles a los estímulos mecánicos tales como presión, tacto y vibraciones.
[6][1] Las estructuras auditivas u órganos timpánicos están localizados en diversas partes del cuerpo, tales como las alas, abdomen, patas y antenas.
De noche o en el crepúsculo la agudeza visual se reduce pero la sensibilidad a la escasa luz aumenta.
Los ocelos no pueden formar imágenes en foco pero son sensibles a diferentes grados de luminosidad.
La mayoría de los insectos voladores necesitan mantener los músculos del vuelo a cierta temperatura para que funcionen.
[13] La función del sistema reproductor femenino es producir huevos, incluyendo la cubierta protectora, y almacenar espermatozoides hasta el momento apropiado para la fertilización.
La abertura o gonoporo del oviducto común está oculta dentro de la cámara genital que sirve como bolsa copulatriz (bursa copulatrix) durante el apareamiento.
En muchas especies la vulva es angosta y la cámara genital es una bolsa o tubo llamado vagina.
Las glándulas accesorias de la hembra recubren el huevo con una cubierta protectora y también producen una sustancia adhesive que lo adhieren a un sustrato.
[13][6] La mayoría de los insectos tienen reproducción sexual, es decir que el huevo producido por la hembra es fertilizado por un espermatozoide del macho.