Fiesta del zapato
Este había caído en la más absoluta miseria y se había visto obligado a prostituir a sus tres hijas (según la leyenda hermosas y honestas).Para remediarlo, el santo echó tres zapatos llenos de oro —según otras versiones bolsos—, en otras tantas noches, por la ventana del cuarto "donde dormía aquel padre desnaturalizado, con lo que proveyó el remedio oportuno".La feliz historia se montaba en clave de pantomima, "con máquinas, representaciones y músicas".Anécdota y hechos de la vida de Felipe II, que no dejan de ser paradoja si, como concluyen sus biógrafos del siglo XX,[6] el "Rey Prudente" no aprobaba el teatro popular y prohibió las escenas en que apareciesen monarcas; además, durante su reinado no hubo teatro en la corte (salvo infantiles pantomimas como la aquí contada, o piezas de contenido religioso), ni concedió su tesoro subsidio alguno a dramaturgos ni mecenazgo a actores.[7] Por suerte para el teatro español, su hijo, Felipe III de España revocó el "para siempre" dos años después.