Fernando Villaamil

Estudió náutica y matemáticas en Ribadeo, Oviedo y Madrid, logrando ingresar con solo 15 años en el Colegio Naval de San Fernando de la Armada, dando con ello comienzo a su carrera como marino.

En un solo día, pues, todas las dudas sobre las cualidades marineras del nuevo barco quedaron despejadas para siempre, y Villaamil pudo sentirse plenamente orgulloso de su creación.

El 30 de noviembre, la corbeta Nautilus dejaba Ferrol con Villaamil al mando para dar la vuelta al mundo con una tripulación en la que eran mayoría los gallegos y asturianos, provistos de gaitas para endulzar la larga ausencia.

En aquel momento muy pocos creían que un país como Estados Unidos, que hasta aquel momento no había tenido Armada ni había librado nunca una guerra fuera de sus fronteras, pudiese derrotar a la Armada española, considerada una de las mejores del mundo.

Sin embargo, el elemento sorpresa, las naves nuevas y los planes específicos previamente organizados favorecieron a los Estados Unidos, la escuadra española de Filipinas fue totalmente destruida en el llamado desastre de Cavite.

El Terror tuvo que quedar en Puerto Rico por una avería, donde llegaría a combatir contra los cruceros auxiliares USS St.

Estados Unidos, por su parte, envió dos flotas a Cuba bajo el mando del almirante Sampson.

De una u otra forma, estos planes no fueron ejecutados, tal vez por la oposición del almirante Cervera, que optó porque todos los buques permaneciesen en puerto.

En esta situación Villamil propuso lanzar un ataque nocturno por sorpresa con torpedos con los dos destructores que le quedaban (el Terror había sufrido averías antes de llegar a Santiago de Cuba, por lo que regresó a Puerto Rico).

Todos dejaron el puerto a intervalos demasiado largos y siguiendo la misma ruta.

Al observarlo el Comodoro Schley, que se encontraba a bordo del Brooklyn, ordenó que este diera media vuelta y se alejara para evitar un hipotético intento de espoloneamiento.

Los últimos barcos en abandonar el puerto fueron los pequeños y rápidos destructores de Villaamil, Furor y Plutón, que se hundieron rápidamente tras ser alcanzados por el potente fuego de la flota estadounidense.

El Cristóbal Colón, la unidad más rápida y moderna de la flota española, se alejaba a toda máquina.

Y hubiera quizá escapado, hasta que se le agotó el carbón inglés de alta calidad y debió proseguir viaje con carbón cubano, de inferior calidad.

Esto le hizo perder sustancialmente velocidad y la ventaja obtenida hasta el momento.

Los grandes cruceros, tras ser alcanzados por el fuego enemigo aguantaban bastante tiempo a flote antes de hundirse.

La escuadra española sin su armamento totalmente instalado y probado, sorprendida en este intento, fue enviada a una guerra perdida de antemano por unos dirigentes políticos que conocían la superioridad del enemigo, pero optaron por no enfrentarse a una población que había sido convencida del triunfo por una prensa irresponsable y sensacionalista y que no habría permitido que el ejército no actuara ante un ataque contra el territorio nacional (Cuba, no era considerada una Colonia, sino una provincia más del país).

Finalizada la guerra y destruida totalmente la Armada española, existía el temor de que Estados Unidos atacara con fuerzas navales plazas costeras como San Sebastián, Bilbao, Santander, Gijón, La Coruña, Ferrol, Vigo, Cádiz, Málaga, Cartagena, Alicante, Valencia, Tarragona o Barcelona.

El monumento se erigió por suscripción popular encabezada por la Reina Regente Dª María Cristina.

El contratorpedero Destructor .
Imagen de Fernando Villaamil y la Nautilus .
Monumento erigido en 1911 a Fernando Villaamil en el parque de Castropol, Asturias.