Por un lado, estaba orgulloso: era un reconocimiento a su capacidad militar y suponía un peldaño sólido para seguir avanzando en una Organización que cada vez más premiaba ese tipo de méritos. "
No sabés!, Rucci tiene como veinte monos que lo siguen a todas partes, pero es una operación muy fácil: tiene agujeros muy grandes en la seguridad y se le puede llegar muy bien", contó una vez.
Pero al mismo tiempo andaba muy enojado y se negaba a realizar el operativo, no porque le tuviera una especial simpatía a Rucci sino porque pensaba que era infantil desafiar de esa manera al General.
"No quiero hacerlo, pero ellos insisten", comentaba, en alusión a la Conducción Nacional de Montoneros.
Saavedra Luque logró escapar, pero fue alcanzado por los agresores y asesinado en una iglesia donde había intentado refugiarse.