Fue un gobernante autoritario e impopular, pero su débil gobierno le impidió encumbrase en el poder.
El príncipe decidió cobrar los impuestos habituales pese a la oposición de los representantes.
Pero en noviembre de ese año, un ejército austro-bávaro entró en Hesse y restituyó al príncipe en su sede gubernamental.
Tras la guerra, fijó su residencia en Bohemia, donde comenzó a conspirar secretamente contra el régimen prusiano.
Sus planes fueron descubiertos y el gobierno de Prusia le confiscó sus propiedades particulares en 1869.