En 1988 fue consagrado arzobispo y nombrado Pro-Nuncio en Cuba donde permaneció cuatro años, para pasar a ser en 1992 Nuncio en la República Democrática del Congo; de allí pasó a ser Nuncio ante las Comunidades Europeas y, luego, en Londres, hasta su retiro por razones de salud.
La Delegación consiguió que en los Acuerdos de Helsinki se incluyera la libertad religiosa.
En 1978 viajó a América, acompañando al Cardenal Antonio Samoré en su mediación entre Chile y Argentina por el conflicto del Canal de Beagle.
En junio de 1979 acompañó al Papa Juan Pablo II en su importante viaje a Polonia.
La Nunciatura, junto con la COMECE trabajó incansablemente para conseguir que en el Preámbulo del Tratado se mencionaran las raíces cristianas de Europa, tal como postuló en repetidas ocasiones el Papa Juan Pablo II.