La familia Vildósola es un antiguo e ilustre linaje de la nobleza española, originario del País Vasco.
Radicó en Aránzazu, Ceánuri, Bilbao, Yurre, San Sebastián, Astobiza y Amurrio.
Durante el colonialismo español se asentó en Chile, México, Argentina, Perú, Filipinas y Cuba.
La flor de lis le fue concedida por matar a un caballero francés en defensa del Rey.
Y las ramas secas simbolizan no haber recibido el premio debido a sus heroicos servicios.
Tomó parte en diversas expediciones armadas para perseguir y castigar a los indios rebeldes y adquirió los terrenos del antiguo pueblo del Pitic, que convirtió en hacienda e introdujo allí el cultivo de la vid.
En menos de dos meses enviudó, dando a luz, meses más tarde, a un hijo póstumo, José Luis Torres Vildósola (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., que uniría ambos apellidos, siguiendo la orden del contrato matrimonial que se había firmado dos siglos antes.
En 1895 presentó la Memoire sur les machines algebraiques en un Congreso en Burdeos.
Eran una especie de calculadoras analógicas que resolvían ecuaciones matemáticas.
Eugenia, al enviudar prematuramente, marchó con sus hijos a Valladolid, donde Antonio Florencio de Vildósola Landecho (Bilbao, 1817 – Valladolid, 1875) estudió la carrera de Derecho y fue alcalde entre 1857 y 1859.
Su hija Aurora Vildósola Fernández se casó con Luis Mackenna Benavides, Capitán General de Andalucía.
Eduardo Coste Vildósola (Vitoria, 1822 – Bilbao, 1914) marqués de Lamiaco.
Fue fusilado en Paracuellos de Jarama durante la Guerra Civil por pertenecer a la organización política Acción Española.
Carlos Silva Vildósola (Chile, 1870 – 1939), periodista, escritor y diplomático.
En una ocasión afirmó: Gabriela Mistral se refería a él, como un maestro conformador de la raza chilena, un hombre que no perdió la bondad criolla.
Poseía, además una tienda - taller de motocicletas Indian, en San Sebastián.