Posteriormente se trasladó a Barcelona y luego a París, donde se estableció en 1878, siendo así que «es la primera vez que un pintor vasco y del estado español cambia París por Roma en su formación artística en el extranjero».
Entre 1886 y 1887 se estableció en Bilbao, donde abrió estudio en la calle Correo, nº 23, donde «...intentará reivindicar su pintura en un ambiente no muy propicio a novedades artísticas y con una infraestructura comercial para el arte bastante anclada en el pasado»,[3] siendo así que Bilbao será la primera ciudad española en la que se verá pintura impresionista pintada en España.
Su obra no tardó en ser reconocida ya que en 1887 la Sociedad Bilbaína encargó tres lienzos de grandes dimensiones a Guiard, por mediación de su presidente en aquel tiempo, Ayarragaray, que se había propuesto modernizar el club en todos los aspectos, comenzando por la propia decoración del mismo.
Son escenas que reflejan las nuevas aficiones de la oligarquía: deportes, excursiones, tertulias, caza... Con su ansia por pintar al aire libre, cerca de la naturaleza, fija su residencia en Baquio, pequeña localidad muy cercana a Bilbao pero que con su vida campestre resulta ser totalmente opuesta a la bilbaína.
Son figuras humanas vegetativas y de un fresco verdor primaveral, lo menos reconcentradas posible.
Son hombres que se dejan vivir, decorativos y sencillos como los chinos de los abanicos».