Las fístulas arteriovenosas funcionan con eficacia por las siguientes razones: El procedimiento fue inventado por Cimino y Brescia en 1966.
Entre los tratamientos, las agujas eran dejadas en su lugar y el tubo permitía el flujo de sangre para reducir la coagulación.
Pero las derivaciones de Scribner duraban solo algunos días o semanas.
Cimino reconoció que estas fístulas no causaban daño a los pacientes y eran lugares fáciles para conseguir repetidas muestras de la sangre.
Él convenció al cirujano Kenneth Appel para crear alguna en pacientes con insuficiencia renal crónica y el resultado fue un éxito completo.