Félix de Tibiuca

San Félix fue obispo, según parece, de la pequeña Tibiuca, no lejos de Cartago había pasado a esta ciudad el día en que Magniliano, primer magistrado de Tibiuca, hizo comparecer a un presbítero y dos lectores pidiéndoles los libros divinos para quemarlos.

Ellos se excusaron con que los tenía el obispo, el cual vuelto de Cartago al día siguiente fue llamado por un oficial de Magniliano que le dijo: dame cuántos libros y pergaminos tengas.

Dieciséis días después le hizo comparecer otra vez en el tribunal y mandó llevarle al prefecto.

El santo respondió: sí las tengo, pero no he de entregarlas.

Señor Jesucristo, Dios del cielo y de la tierra, inclino mi cabeza para ser inmolado a vos que vivís eternamente, alabado seáis y engrandecido por todos los siglos de los siglos.