Si se consideran juntas, las dos extinciones masivas del Ordovícico-Silúrico fueron la segunda mayor extinción masiva de las cinco grandes que ha padecido la vida en la Tierra, solo superada por la del Pérmico y la única donde no se ha encontrado presencia llamativa de impactos extraterrestres ni vulcanismo.
Esta extinción no muestra como causa principal el vulcanismo ni tampoco impactos reseñables de cuerpos extraterrestres, como sucede con las demás.
[2] Tradicionalmente la causa última se consideraba la deriva continental, pero a principios del siglo XXI surgió una segunda de origen cósmico.
Esta hipótesis aventura una extinción muy rápida comprendida entre uno y mil años, incluso en un periodo de inferior al año, encuadrándose esta vía en las teorías catastrofistas.
[3] La muerte de grandes depredadores como los Orthoceras o los Eurypterida, con un peso comprendido entre los 90 y los 100 kg, supuso una oportunidad para los primeros animales dotados de una primitiva espina dorsal y un esqueleto interior, como el Astraspis.