[1] Cuando Japón se dirigió a la Dinastía Qing en busca de compensación, la corte rechazó su demanda basando su decisión en que los "salvajes" aborígenes (Chino tradicional: 台灣生番; Chino simplificado: 台湾生番; pinyin: Táiwān shēngfān) estaban fuera de su jurisdicción.
El Ministro de Asuntos Exteriores japonés, Soejima Taneomi, viajó hasta Pekín donde fue recibido en una audiencia personal por el emperador Tongzhi, lo que inicialmente supuso un triunfo diplomático.
Sir Harry Parkes, enviado británico en Japón, calificó irónicamente esta transacción como el deseo de China a pagar por ser invadida.
La expedición demostró que China no ejercía un control efectivo sobre Taiwán, y mucho menos sobre las islas Ryūkyū.
Esto convenció a Japón para incrementar sus reivindicaciones, afirmando estar representando la opinión de los isleños ryukyuenses.
En 1879, Japón recurrió a Gran Bretaña para resolver el conflicto, y estos confirmaron la soberanía japonesa sobre el Reino de Ryūkyū, lo que no fue reconocido ni aceptado por China.