Muchos de los estudiantes de Himeyuri pensaron que el Ejército Imperial Japonés derrotaría a los estadounidenses en cuestión de días y, en consecuencia, llevaron material escolar para estudiar y prepararse para volver al aula.
A las estudiantes de Himeyuri se les informó falsamente que trabajarían en hospitales de la Cruz Roja lejos del frente,[1][2] siendo en realidad destacados a primera línea donde llevaban a cabo cirugías toscas y amputaciones, enterraban a los muertos, acarreaban municiones y pertrechos a los soldados, además de efectuar otras tareas peligrosas bajo fuego continuo durante la batalla de casi 3 meses de duración.
Antes del final de la batalla, algunas saltaron desde los acantilados de Arasaki, ingerieron cianuro (que previamente habían administrado a los soldados moribundos), mientras que otras se mataron con granadas de mano que les dieron los soldados japoneses.
Muchas de las que sobrevivieron ayudaron a construir y continúan manteniendo las instalaciones.
Los testimonios dan vida a cada fase de la batalla, como lo demuestran las enfermeras estudiantes.