El agua que bebemos debe ser perfectamente purificada, para esto, el agua cruda debe pasar por un complicado proceso de depuración, que a su vez tiene muchas etapas.
En el agua suele haber virus, bacterias, esporas, protozoos y mohos que causan diversas enfermedades.
La aplicación más común consiste en la colocación de un filtro UV en un tramo del conducto por donde circula el líquido.
Al tratarse de una parte del proceso tampoco se invierte tiempo extra en tratamientos especiales ni pasos intermedios.
Estos filtros UV interceptan e inoculan los gérmenes a su paso por la luz ultravioleta; además la radiación UV destruye algas y protozoos e inhabilita así su expansión y contaminación.