El relato del cómic se desarrolla con constantes saltos del presente al pasado y viceversa, intercalando escenas de la vida adulta de las dos protagonistas con anécdotas pertenecientes a su vida cotidiana durante la dictadura.
Según la autora, el cómic es una mirada feminista a toda una generación de mujeres que no tuvieron voz durante el régimen franquista y «...que salen lavando platos, trabajando, cuidando de los suyos».
[4] Penyas hizo el cómic con la voluntad de denunciar pero «pero sin exaltación y sin politizar.
[4] El cómic de Penyas fue una contribución más al ámbito reservado a la memoria histórica, sumándose a autores como Paco Roca, Carlos Giménez, Antonio Altarriba, Sento Llobell, Jaime Martín Jose Pablo García o Alfonso Zapico .
[5] El color es una mezcla de tonos apagados que Penyas justifica porque «el cambio en la gama cromática es muy sutil porque todo son colores cálidos, pero se me ocurrió por la misma historia: debía diferenciar los universos de las abuelas, pero también de los dos tiempos históricos en los que se desarrolla la narración.