Constituida por los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego, la región estaba caracterizada por estar sometida al cambio, a diferencia de la Luna y el resto de esferas superiores donde, por estar constituidas por éter, dominaba la inmutabilidad.[2] El mundo sublunar estaba compuesto por los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) de Empédocles.En cambio, el mundo supralunar estaba compuesto únicamente por un quinto elemento llamado éter.Este quinto elemento no podía transformarse en los otros cuatro, ni alterarse de ninguna forma, siendo ingenerado e incorruptible.Por el contrario, el movimiento natural del éter era circular, considerado perfecto y sin cambio porque no tiene principio ni fin.