En el centro de todo este ingenio se coloca nuestro planeta, representado por una pequeña bola.
Los trópicos y círculos polares, paralelos al ecuador celeste, también se encuentran habitualmente representados.
Las armillas de la esfera se articulan entre sí, lo que permite simular el movimiento aparente anual y diario del firmamento.
Algunas esferas armilares incluyen anillos para situar en el cielo la Luna y los distintos planetas, lo cual puede hacer excesivamente complejo el sistema.
En la bandera portuguesa, la esfera amarilla que envuelve el escudo esquematiza este instrumento astronómico y remite a la época de los descubrimientos marítimos portugueses del siglo XV, tan asociados a las observaciones astronómicas.