En primera instancia, el gobierno intentó ascender al grado de General a Garibaldi, pero en una misiva al Ministerio de Guerra y Marina declinó el ascenso diciendo que no merecía tal honor, sino que lo que pudiera recibir de recompensa lo daría a los caídos y sus familiares.
[1] Tras esta respuesta, el Gobierno mediante un segundo decreto concedió honores a Garibaldi y los legionarios, añadiendo en la bandera de la legión italiana con letras de oro sobre la parte superior del Vesubio una inscripción de honor.
Además, a quienes estuvieron en el combate después de separada la caballería se les concedió el Escudo y sus nombres serían inscriptos en un cuadro que sería colocado en la Sala de Gobierno, frente a las Armas Nacionales, encabezando la lista quienes fallecieron en la acción militar, y los familiares de los caídos recibirían una pensión doble.
Asimismo, la legión italiana tendría en toda formación la derecha de la infantería nacional.
[1][3] El coronel Angelo Portoghese Pigurina, legionario y amigo de Garibaldi, pese a que no participó directamente en la batalla por estar encargado de tareas en el puerto de Salto, recibió unos años después la medalla.