Era de disposición reservada y tomó poca parte activa en el gobierno del país.
Simplificó la administración estatal y Altemburgo se convirtió en una importante ciudad industrial bajo su gobierno.
Recibió permiso para unirse al personal del gran duque Federico Francisco II de Mecklemburgo-Schwerin.
Hizo erigir un monumento en Altemburgo en 1891 para el káiser Guillermo I, a quién veneraba tanto.
El duque Ernesto I era considerado un amigo cercano de los tres emperadores alemanes.