En ella se encuentra radicada la Hermandad de Zamarrilla.
[4] En el siglo XVIII, ya era costumbre en la zona el rezo del Santo Rosario cada noche.
En 1750, Antonio Barranquero[1] (principal impulsor), consiguió, pidiendo por caminos y pueblos, los donativos suficientes para construir la ermita.
La restauración del edificio concluyó en 1945, dirigida por Enrique Atencia Molina, quien le añadió la espadaña.
[4] Su nombre se debe a la famosa leyenda del bandolero Zamarrilla, aunque el lugar ya se conocía con este nombre desde el siglo XVI.