La conversión de la antigua mezquita en ermita fue un acto simbólico, representando la consolidación del poder cristiano en la región.
En el siglo XVI, el militar Diego Valverde financió una reforma significativa.
Posteriormente, en el siglo XVIII, la estructura original se encontraba en mal estado, lo que llevó a la construcción de una nueva ermita en el mismo lugar.
Durante la contienda, la ermita fue gravemente dañada y se perdió gran parte de su patrimonio religioso, incluyendo el Cristo crucificado esculpido por Antonio Riudavets en 1853.
En la parte superior, una galería con arcos de medio punto y una balaustrada decoran la estructura, rematada por una espadaña con una pequeña campana.