Epifanio Mejía

Epifanio acudió a la rudimentaria escuela del pueblo donde realizaría sus estudios de primaria, única formación académica que recibiría.

Allí, en su tiempo libre, comenzó la lectura y composición de versos, que pronto se difundieron en la sociedad medellinense.

Pronto se hizo notorio su desequilibrio mental, teniendo episodios críticos por 1870, por lo cual, bajo recomendación médica, regresó con su familia a Yarumal.

Forjen déspotas tiranos largas y duras cadenas para el esclavo que humilde sus pies de rodillas besa.

Muchachos, le digo a todos los vecinos de las selvas la corneta está sonando... tiranos hay en la sierra!

Volamos como huracanes regados sobre la tierra, ay del que espere empuje de nuestras lanzas revueltas!

Bajamos cantando al valle porque el corazón se alegra; porque siempre arranca gritos la vista de nuestra tierra.

Ladran alegres los perros detrás de las arboledas el corazón oprimido del gozo palpita y tiembla...