A inicios del siglo XX, la economía chilena se hallaba en desarrollo industrial impulsada en mucho por inmigrantes europeos,[9] impulsando a su vez el desarrollo humano de ese país lo que impactó positivamente la mentalidad de procrear hijos sistemáticamente sin alguna planificación, aunque al menos en las áreas alejadas de ciudades o regiones desarrolladas esa mentalidad antiguamente típica de la cultura latina se mantuvo por mucho más tiempo.
El desarrollo del país en las primeras décadas del siglo pasado también redujo significativamente las muertes y mejoró el sistema sanitario,[9] causando un boom demográfico y Chile superó en población a Perú, Venezuela y Ecuador, aunque hoy día Chile es solo más poblada que Ecuador de los últimos tres ejemplos, hasta la década 1960 la población de Chile fue de las de más rápido crecimiento en el área Sudamericana.
[10] A partir de 1990, Chile ya era significativamente menos joven que la mayoría de países latinoamericanos, pero aún lo seguía siendo más que la Argentina, Uruguay y Cuba.
El éxito del conocido milagro de Chile[11] que impulso al país a entrar al mundo industrial y globalizado antes que muchos otros de la región conduciría a una población con una mentalidad más desarrollada donde se postergarían los matrimonios y la planificación familiar hasta haber culminado la etapa de desarrollo educacional y tener una edad madura, aunque también resultó ser atractiva (como en los países del primer mundo) para que muchos chilenos optaran por disfrutar una soltería alargada o incluso definitiva lo que también propició un consumismo material excesivo, de hecho aunque se relacionen poco con este tema, la importante reducción de la pobreza chilena entre 1990 y 2005[12] tiene mucho que ver con la caída de natalidad por debajo del necesario para el reemplazo generacional y la idea atractiva de vivir en apartamentos de forma individual en vez de pagar una casa familiar en una residencial o condominio.
Sin embargo, el aumento de las esperanzas de vida también ha reducido significativamente las muertes en todo el mundo, y en Chile la natalidad duplica la mortalidad, por lo que para que Chile complete su transición demográfica, los nacimientos tendrán que seguir bajando hasta casi igualar a las muertes.