Enric Cristòfor Ricart

Galí, maestro permeable a las corrientes modernas, impartió una enseñanza humanística con la convicción que el arte no se tenía que enseñar, sino más bien desvelar, influyendo decisivamente en el futuro de todos ellos.

[3]​ En 1914, junto con el pintor vilanovense Rafael Sala, hizo una estancia de seis meses en Florencia.

Durante la Primera Guerra Mundial Barcelona acogió artistas extranjeros que huían del conflicto y organizó diferentes actividades artísticas y literarias que permitieron a Ricart estar en contacto con las vanguardias.

[5]​ El invierno de 1920 Ricart viajó a París, donde confraternizó con los artistas catalanes que residían en la capital francesa.

[10]​ Al cabo de poco tiempo expusieron en el mismo recinto, también por primera vez, Rafael Sala y Josep Francesc Ràfols, que junto con Ricart empezaron a colaborar con la revista vanguardista Themis.

En la ciudad italiana descubrió el arte del grabado en madera y esta técnica se convertirá en su predilecta.

También ganó el premio extraordinario del Instituto Gráfico Oliva de Vilanova por un grabado.

[13]​ En 2018 la Biblioteca de Cataluña adquirió sus fondos, formados por dibujos originales, matrices y estampas xilográficas, así como pequeños impresos: Ex-libris...

A menudo dibujaba sobre la tela, o incluso sobre cartón, para después pintar al óleo.

El dibujo marca, casi mejor que la pintura, dos etapas diferenciadas de su obra.

Un guante tibio todavía del contacto de la mano y abandonado sobre una mesita con libros, con un cigarro que humea es una cosa tan viva y expresiva como una flor que, erróneamente, también denominamos naturaleza muerta.

Los colores son siempre suaves, los sombreados matizados y rehusando las acentuaciones del contraste pero intentando conseguir la sensación de corporeïtat.

La primera exposición del artista tuvo lugar a las Galerías Dalmau, entonces ubicadas al número 18 de la calle Portaferrissa.