Provenientes de los más altos cargos, y proclamados por sus tropas, citamos a los emperadores Claudio II el Gótico (268-270), Aureliano (270-275), Probo (276-282).
En primer lugar, los ilirios son quienes ponen fin a la Anarquía militar que, tras la muerte de Alejandro Severo, multiplica el número de emperadores y usurpadores.
La segunda característica de estos emperadores es su origen: todos son soldados experimentados.
El emperador no es ya un magistrado sino más bien un jefe de guerra.
Se espera de él que conduzca al ejército a donde los bárbaros amenacen.