Aunque su figura es a menudo ignorada por los historiadores del cine argentino y latinoamericano, Vieyra tuvo una de las carreras más longevas, prolíficas y eclécticas de la industria cinematográfica local.
Comenzó su carrera cuando ganó el concurso para actores noveles en el Teatro Nacional de la Comedia.
[2] La mayoría de sus producciones fueron realizadas teniendo en cuenta que no existía un mercado local para ellas o, en rigor, que no había ninguna posibilidad de lograr su exhibición.
[2] Vieyra logró realizar un cine que parecía imposible en la Argentina de Juan Carlos Onganía, dirigiendo una seguidilla de películas que incursionaban en el terror y el sexo, remitiendo más a la tradición de cierto cine de género clase B estadounidense que a lo que se estaba haciendo en el país en ese momento.
[3][4][5] Ha sido comparado al director estadounidense Ed Wood.