Constituye junto a Lorenzo Garza y Manolo Martínez la trilogía de la tauromaquia en su estado.
Su padrino fue Antonio Velázquez y el testigo de la ceremonia Manolo Martínez.
Más tarde descubriría que sus problemas habían sido causados por una cisticercosis.
Se trata del torero que más apéndices había cortado hasta el año 2001.
Empresarios taurinos lo recuerdan por sus chantajes y amenazas de no salir a torear si no le entregaban más dinero de lo pactado, al observar las plazas a tope.