Elipando de Toledo

Según Eduardo Manzano Moreno, la polémica entre Elipando y Beato de Liébana fue «espoleada por la fuerte pugna entre una iglesia septentrional, cada vez más independiente, y la antigua iglesia visigoda, cuyos principales episcopados habían caído en territorio andalusí».

Se llegó a reunir en el año 794 un concilio en Fráncfort presidido por el propio Carlomagno en el que el adopcionismo fue condenado.

Por su parte Elipando murió hacia el año 805 en la sede toledana sin que ningún discípulo continuara su tesis «adopcionista».

Como ha destacado Eduardo Manzano Moreno, «se certificaba así la defunción del vínculo con los herederos de la antigua iglesia visigoda, lo cuales quedaron confinados en un territorio, el andalusí, progresivamente marginado de las tendencias políticas que ayudaron a configurar la cristiandad occidental».

[1]​ Se afirma que Elipando murió en la llamada Jornada del foso de Toledo, acontecida en 797.