Elfriede Jelinek

Hogar (1988), Una pieza deportiva (1998), La Central (2003)... Como su compatriota Thomas Bernhard ha repudiado a su país, al que reprocha seguir anclado en su pasado nazi.

Sus obras han sido desde un comienzo un auténtico mazazo para la sociedad austriaca que, según Jelinek, está dominada por la hipocresía de la clase pequeño burguesa y no ha conseguido superar todavía su pasado nazi.

[1]​ Sus novelas y obras teatrales, consideradas una auténtica provocación por la derecha de su país, han sido calificadas como anti-arte o como pornografía roja.

Basta recordar que durante la campaña electoral de 1995 el ultraderechista Jörg Haider hacía a su posible electorado la siguiente pregunta: «¿A usted le gusta Jelinek, o el arte y la cultura?».

La crítica la ha calificado de feminista radical y ella se declara a gusto con esta etiqueta.

Da la vuelta a los tópicos feministas más desgastados por el uso sin perder de vista la diferencia y desigualdad.