El partido de Fox, el segundo más grande en la Cámara con 206 escaños, no pudo aprobar proyectos de ley como abrir la industria eléctrica a más inversiones privadas y cobrar un impuesto a los alimentos y medicinas para aumentar el gasto en servicios sociales.El PRI había mantenido el poder ininterrumpido en México durante 71 años, hasta que Fox ganó la presidencia en 2000.[3] La estrategia de comunicación estuvo orientada en dos sentidos: por un lado, recordar a los electores sobre los abusos y corrupción que realizaron los gobernantes priístas cuando estuvieron en el poder y, segundo, explotar la popularidad del presidente Vicente Fox Quesada.Como parte de la nueva estrategia, se decidió postular candidatos a diputados federales que se creía tenían una mayor popularidad y aceptación social, de tal forma que asegurara una mayor rentabilidad electoral.Se determinó, además, acompañar a la campaña electoral con una campaña publicitaria del gobierno federal (lo mismo pasó en los casos donde eran gobierno municipal y estatal) en medios electrónicos de comunicación encabezada por el presidente Fox.Es decir, conjuntar dos grandes campañas publicitarias, orientadas al mismo objetivo: ganar la mayoría en la Cámara de Diputados.En segundo lugar, había que rescatar la tradición popular del partido, orientando su discurso hacia y por la defensa de los derechos sociales, de tal forma que el partido regresara a sus raíces.Aunado a esto, la dirección nacional del PRI determinó impulsar una política de alianzas con otros partidos, que se concretaron parcialmente con el PVEM y Fuerza Ciudadana.En su lugar se privilegiaron las consultas, vía encuestas, y la determinación de los consejos políticos, para postular a los candidatos.De esta forma, el PVEM buscó romper el tripartidismo e incorporar, según decían, sangre nueva a la vida política del país.
El entonces Presidente
Vicente Fox
votando en las elecciones de 2003.
La popularidad de
López Obrador
como Jefe de Gobierno de la capital, fue la catapulta del renacimiento del PRD