Elección de compromisarios para la elección del presidente de la República Española (1936)

Al final, una propuesta de Acción Republicana, Esquerra, el PSOE y los progresistas presentada el 29 de octubre llevó a otro mecanismo indirecto mediante el que los diputados y unos compromisarios elegidos por sufragio universal y directo elegidos con este único propósito se encargaban de llevar a cabo esta elección.

Si estas nuevas Cortes declaraban por mayoría absoluta que la segunda convocatoria no había sido necesaria, entonces el presidente quedaba automáticamente destituido,[1]​ en cuyo caso debían convocarse elecciones a compromisarios.

Existía una segunda posibilidad de destituir al presidente, según lo dispuesto en el artículo 82.

En ese caso, el presidente quedaba inhabilitado y se convocaban elecciones a compromisarios.

En caso contrario, diputados y compromisarios elegían al presidente de la misma forma que según lo dispuesto en el artículo 81.

[10]​ Prieto quería un hombre fuerte en la Presidencia de la República y consideró que Azaña era el único plausible, y ambos consideraron que la salida de Azaña como jefe del gobierno solo tenía sentido si Prieto ocupaba su puesto.

[12]​ En el debate, Prieto esgrimió las abundantes proclamas de José María Gil-Robles durante la anterior campaña electoral afirmando que la disolución había sido injustificada.

[12]​ Finalmente, las derechas (CEDA, Renovación Española, tradicionalistas, Lliga Catalana, agrarios), así como varios centristas,[18]​ abandonaron la cámara durante la votación y, de los 243 diputados presentes, por 238 votos favorables contra 5, el jefe del Estado fue destituido por las Cortes.

Los cinco diputados que votaron en contra eran centristas del partido de Portela.

Aunque inicialmente no había definido su postura (con influyentes medios próximos al partido, como El Debate pidiendo la participación),[24]​ la CEDA decidió finalmente en su consejo nacional del 16 de abril boicotear las elecciones, no presentando candidatos y llamando a la abstención.

[26]​ El Partido Republicano Conservador, manteniendo con la inalterable serenidad, y cada día con más encendido fervor, sus ideales de pacificación social y de concordia política entre los ciudadanos españoles para la reorganización y defensa del Estado, interviene en la elección Presidencial, ofreciendo a los hombres reflexivos y moderados una nueva oportunidad para que expresen, por medio del sufragio, su identificación o su simpatía con aquellos principios fundamentales de su doctrina.Aceptamos también de nuevo el aislamiento a que nos someten las circunstancias políticas actuales.

[33]​ Similar ruptura ocurrió en Ciudad Real,[34]​ en tanto que en Oviedo Unión Republicana no participó en la candidatura frentepopulista.

[35]​ Un aspecto adicional que alimentaba la abstención era la indefinición acerca de cuál era el candidato a presidente por parte del Frente Popular.

Tras el rápido requerimiento de Unión Republicana, seguido reticentemente por Izquierda Republicana, se sucedieron los apoyos no solo desde dentro del Frente Popular (sindicalistas, como Ángel Pestaña, comunistas, como José Díaz, o socialistas, como Indalecio Prieto o Julián Besteiro) sino también entre algunos grupos derechistas (Miguel Maura, del Partido Republicano Conservador, José Martínez de Velasco, agrario, o Juan Ventosa Calvell, de la Lliga Catalana).

[39]​ Las elecciones tuvieron lugar el 26 de abril, con una gran abstención (la participación no llegó al 40%).

[40]​ El triunfo frentepopulista fue arrollador, sin que, sin embargo, se tengan datos concretos sobre los resultados efectivos, ya que solo se conservan los datos, no completos, ofrecidos por la prensa de la época.

Solo en tres o cuatro circunscripciones[45]​ (Palencia,[46]​ Soria[47]​ y Navarra; quizá también Burgos)[47]​[48]​[nota 3]​ las candidaturas del Frente Popular no fueron las ganadoras.

En el caso navarro, la candidatura derechista (que incluía a tradicionalistas, radicales y la rama local de la CEDA) copó todos los compromisarios.

[45]​ Julio Gil Pecharromán da 358 compromisarios al Frente Popular y 63 a la oposición.

Realizadas las elecciones, el 4 de mayo el Tribunal aprobó primero los resultados remitidos por las juntas provinciales del censo cuyos resultados no habían sido recurridos por ninguna formación política (la mayoría[nota 13]​), expidiendo las credenciales de los compromisarios electos.

[nota 15]​ Jiménez de Asúa abrió la asamblea con una alocución dirigida a los «Compañeros diputados y compromisarios», terminándola con un «¡Viva la República!».

Varias fuentes consignaron también dos votos para el dirigente socialista asturiano Ramón González Peña.

[78]​ Santos Juliá afirma que el fracaso de un gobierno exclusivamente republicano solo podía evitarse mediante la incorporación socialista al ejecutivo, pero no en posición subordinada como durante el primer bienio, sino ocupando la presidencia un socialista.

[79]​ Según Payne, «su buen sentido y su patriotismo habían atraído la atención de otros líderes en el centro e incluso en la derecha moderada».

Al día siguiente, la comisión ejecutiva de la UGT aprobaba una resolución en el mismo sentido.

[88]​[89]​[90]​ Tras la Guerra Civil, Prieto dio versiones contradictorias sobre el encargo de Azaña para formar gobierno.

[87]​[92]​ Pero cuando se convocó la reunión del grupo parlamentario socialista el día 12 por la mañana, los caballeristas declararon su apuesta por un gobierno exclusivamente republicano, con 49 votos en contra de la participación socialista en el gobierno y 19 a favor.

Contemporáneamente, Martínez Barrio lo consideró como una oportunidad perdida porque la sociedad esperaba un presidente de Consejo socialista encarnado en Prieto que era un político, en aquel momento, muy valorado.

Aunque existen estudios parciales de ciudades (como Madrid) y provincias (Albacete, las provincias vascas, Navarra, Jaén...), no hay ninguna monografía global sobre estas elecciones, incluso en el marco de todos los procesos electorales celebrados durante el periodo republicano.

La historiografía profranquista, como la personificada por Joaquín Arrarás en Historia de la Segunda República Española (tomo IV, pg.

Interior del Palacio de Cristal del Retiro madrileño, donde tuvo lugar la sesión de la asamblea mixta de compromisarios y diputados donde se eligió al presidente de la República.
Indalecio Prieto en abril de 1931.
Estandarte presidencial de Manuel Azaña.