Quienes consiguieron un pasaje en el Massilia contaron con escasa información de la travesía.
En la fecha prevista el barco, pintado de gris para camuflarse, comenzó a efectuar el embarque.
La ruta y las escalas que debería efectuar fueron comunicadas al comandante del buque cuando ya se encontraba en el mar por un oficial de la marina que se acercó en un pequeño barco.
La mayoría de los exiliados viajaban en tercera clase, en duras condiciones, en camarotes para seis personas del mismo sexo.
Al poco de zarpar se recibió una comunicación indicando que había un submarino alemán en la costa portuguesa.
Ahora hay un campamento que se llama Ruta al Exilio.