Príncipe de Asturias, fue el tercer hijo y primer varón del matrimonio formado por Felipe IV de España y Mariana de Austria, y pese a morir a muy corta edad llegó a ser nombrado príncipe.
En este retrato, el infante apoya su brazo derecho sobre un sillón, provocando compasión en vez de otorgarle majestuosidad, ya que su salud era precaria como lo demuestran los amuletos que porta.
Sobre el sillón observamos a un perrillo faldero, cuya mirada acuosa acentúa la melancolía de la escena.
La figura se ubica en una habitación, apreciándose al fondo una puerta abierta por la que entra la luz.
Predominan los tonos rojos en la obra y los tonos negros de la penumbra acrecientan el contraste entre los otros colores.