El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música
La helenista británica Jane Ellen Harrison, en su autobiografía Reminiscences of a Student's Life (1925), mencionó El nacimiento de la tragedia como una influencia decisiva en su obra.Estas dos fuerzas, otrora unidas en la tragedia griega, fueron separadas por el triunfo de la racionalidad con Eurípides y Sócrates.De lo anterior se desprende que la música como arte cultivado en la cultura griega fue llevada a sus extremos y servía tanto para los «buenos», como para los «malos».Según Aaron Ridley,[7] los temas abordados por Nietzsche en el Nacimiento de la Tragedia están distribuidos de forma concéntrica: en el centro se sitúa la individualidad del hombre, su existencia separada, que no es más que una ilusión apolínea.Esta ilusión es desenmascarada en la tragedia, gracias a la cual las dos fuerzas estéticas apolínea y dionisíaca, se encuentran yuxtapuestas.Es a partir del coro que se desprenden enseguida los personajes célebres en la tragedia clásica (Esquilo, Sófocles, Eurípides): primeramente Dioniso, después los héroes y los dioses presentes en los poemas homéricos.Gracias también al influjo dionisíaco del «espíritu de la música» sobre los elementos apolíneos —imágenes y conceptos, representados por la epopeya homérica— se logra, por medio de la tragedia, que el simbolismo adquiera una «significatividad suprema».Nietzsche afirma que esta alma trágica salida de la tragedia se mantiene presente en las obras de los dos primeros poetas trágicos griegos, Esquilo y Sófocles, pero que irremediablemente se debilita con el posterior y tercero, Eurípides.Crítico de la realidad en su simple apariencia sensible y estética, Sócrates es el veneno para la filosofía.Estas sociedades pierden el vínculo con la visión trágica del mundo, y buscan una verdad siempre asequible que parece esconderse más allá de la simple apariencia de las cosas, buscan un ideal, una moral.La tesis principal del libro establece que el arte se asienta sobre dos nociones fundamentales que los griegos de la época arcaica y de la época clásica, es decir, los griegos previos a Sócrates, supieron mezclar con el más grande ingenio.Estas dos nociones corresponden a dos impulsos fundamentales de la naturaleza que son simbolizados por dos dioses griegos: Dioniso y Apolo.Los dioses encarnan fuerzas irreconciliables: la armoniosa, arquitectónica, escultórica, Apolo; la terrible, nocturna y musical, Dioniso.La conciliación de ambos impulsos se encuentra en la tragedia ática, que combina las formas bellas (las imágenes oníricas que proyectan los actores arriba del escenario) y la sabiduría trágica (la conciencia terrible de la finitud del hombre y su existencia sufriente).