Mientras tanto, Haplo se encuentra preparando su nave tan rápido como le es posible para evitar tener que hablar con Xar.
A diferencia de otros mundos, aquí los mensch han hecho las paces y conviven (o casi) en harmonía.
Por otro, Samah descubre que la amenaza Patryn ha resurgido y ya está preparando un plan para una contraofensiva.
Samah y sus seguidores conocían el Gran Poder, pero lo ignoraron deliberadamente, algo que Alfred lo encuentra irrazonable.
Los mensch llegan al Cáliz e intentan negociar por un espacio en el que asentarse pero Samah no está dispuesto.
Samah rechaza comprometerse a nada y los mensch, de mala gana, optan por tomar las armas.
Haplo regresa a Draknor junto con Devon, Grundle y Alake en un segundo sumergible.
Los mensch escuchan esta explicación (convenientemente expuesta en el idioma humano) pero no así las órdenes del Regio que consisten en asesinarlos y devolver los cuerpos a sus padres, convirtiendo la inminente conquista en una sangría.
Incluso cuando Samah se teletransporta allí mismo rezumando ira y odio Haplo es consciente del destino que corren.
Él y Samah lucha, cada uno de ellos intentando capturar como prisionero al otro y Samah consigue salir victorioso valiéndose del agua de Chelestra pero todo se ve abruptamente interrumpido cuando las serpiente-dragón empiezan a atacar a los mensch.
Haplo, tambaleándose hacia la playa intentando recuperar su magia, encuentra a Alfred inconsciente.
Las serpientes-dragón -mentirosas, astutas y taimadas que se alimentan del miedo- son realmente el enemigo a derrotar.