El judaísmo en la música

El judaísmo en la música (en alemán Das Judenthum in der Musik) es un ensayo antisemita del compositor alemán Richard Wagner, en el que ataca a los judíos en general y a los compositores Giacomo Meyerbeer y Felix Mendelssohn en particular.

Wagner estaba particularmente enfurecido por el éxito de Le prophète en París, más aún porque había sido antes un admirador servil de Meyerbeer, que le había dado apoyo financiero y usó su influencia para conseguir que la ópera de Wagner Rienzi, su primer éxito real, fuera estrenada en Dresde en 1841.

En la opinión de Wagner, el verdadero arte se origina en esa necesidad colectiva y atávica.

Por lo tanto podía ser representado como un judío, el cual asumió desde su naturaleza la falta de autenticidad cultural y también condenó la corrupción del judaísmo.

:[6]​ En la versión original de 1850, en lugar de la expresión «autodestrucción», Wagner empleó «este combate sangriento y autodestructor» —mostrando una visión aún más agresiva, que quizá era demasiado explícita para ser usada por el personaje popular y ampliamente reconocido en el que se había convertido Wagner hacia el año 1868.

En su obra teórica más importante, Ópera y drama (1852), Wagner hizo objeciones similares sobre Meyerbeer.

Estos trabajos coincidieron con el crecimiento del antisemitismo —en el sentido del movimiento organizado que quería abolir los derechos que los judíos habían ido ganando a lo largo del siglo XIX, y particularmente a raíz de la unificación alemana de 1870— como fuerza de importancia política en Alemania y Austria.

[7]​ El ensayo fue un problema para los primeros wagnerianos y raramente fue editado en los primeros años del siglo XX, a excepción de la inclusión como parte de las obras completas del autor.

Por lo tanto es bastante improbable que fuera leído por Adolf Hitler u otros altos jefes nazis durante el desarrollo de su movimiento (o después), y no hay ninguna evidencia de que fuera así.

El judaísmo en la música no aparece citada por los primeros estudiosos del nazismo, de los años 1950, como Hannah Arendt.

En este contexto, hay quien consideró el consejo de Wagner a los judíos de «sacrificarse como Asuero» como una llamada a su exterminio, tal y como planeó el régimen nazi, pero no hay ninguna justificación para esta aseveración.

En el año 2000, Jens-Malte Fischer preparó un edición crítica, con material nuevo y comentarios contemporáneos.

Aunque quizá sería inadecuado presentar Das Judenthum en sí mismo como un importante hito del antisemitismo alemán, no se puede decir lo mismo de las actitudes de Wagner hacia los judíos en general.

Sus últimos escritos, publicados cuando ya era una personalidad influyente, a menudo contienen agresivos comentarios antijudíos, aunque al mismo tiempo el compositor fuera capaz de mantener un círculo de amigos y admiradores judíos.

Adolf Hitler se declaraba admirador de la música de Wagner y se ha dicho que llegó a afirmar que «hay un único predecesor legítimo del nacional-socialismo: Wagner».

En 2001 hubo una interpretación pública del preludio de Tristán e Isolda en Tel Aviv, dirigido por Daniel Barenboim como obra extra al programa.

Portada de la versión del ensayo de 1869.
«Das Judenthum in der Musik, wie es Richard Wagner gefällt – wenn es nämlich 25 Gulden für einen Fauteuil bezahlt». Caricatura en la revista Kikeriki (1872).